Una motocicleta ofrece una libertad sin igual. Hay algo emocionante en la carretera abierta, la sensación del viento y la exposición al paisaje que te hace sentir como si realmente formaras parte de él, no sólo de paso.
Sin embargo, esa libertad no está exenta de riesgos. Las estadísticas pintan un panorama bastante sombrío, sobre todo en lo que se refiere a los índices de mortalidad.
Por ejemplo, según la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), las víctimas mortales aumentaron un 8,3% entre 2014 y 2015. Se pasó de 4.594 a 4.976 víctimas mortales.
Si tenemos en cuenta que hay alrededor de 8,6 millones de motocicletas registradas en Estados Unidos -esta estadística se aplica tanto a vehículos comerciales como privados en 2015-, las probabilidades de fallecer en un accidente son de 1 entre 1.728. Dado que es probable que algunas motocicletas matriculadas nunca lleguen a pisar el asfalto en un año determinado, las probabilidades reales, si se tiene en cuenta el número de motocicletas en circulación, podrían ser aún mayores.
Para poner esto en perspectiva, al comparar las tasas de mortalidad de las motocicletas con las de los turismos, las estadísticas de 2014 muestran que las personas en motocicletas tienen entre seis y siete veces más probabilidades de morir en un accidente. Si se tienen en cuenta los kilómetros recorridos, la probabilidad se multiplica por 27.
Está claro que el riesgo es grave. Aunque los motoristas pueden tomar algunas medidas para reducir su propio riesgo personal, como llevar casco y respetar el límite de velocidad, no pueden evitar todos los accidentes. Las familias de quienes mueren o sufren lesiones graves necesitan saber qué opciones legales tienen para reclamar una indemnización.